MARX
Y MENOS.
Tonto
el último
-
Hola Marx
-Hola
Menos ¿Que me cuentas?
-Pues
por aquí, dándole vueltas al revoltijo laboral en el que estamos
viviendo últimamente.
-
Y en qué consiste ese revoltijo ¿ algo nuevo?
-
No, no, es lo de siempre pero con más lío.
-
Vamos, la explotación de siempre.
-
Si, el mismo paisaje laboral pero ahora creciendo en él toda una
legión de contratos que los empresarios usan para abonar y cuidar su
huerto. No sé en tus tiempos, pero aquí y sobre todo desde las
reformas laborales del PSOE y el PP ,han proliferado mil y una
variantes de formas de contratación: fijos, fijos continuos, fijos
discontinuos, indefinidos, a tiempo parcial, de obra, de servicios y
etcétera, etcétera. Un endiablado rompecabezas jurídico laboral
que crea enorme confusión y la confusión ya se sabe que siempre es
buena para los jefes de Recursos Humanos.
-
Ya me imagino. Como diría Aristóteles el ser de la explotación es
uno pero se dice de muchas maneras.
-
No te puedes imaginar. Lo malo es que los árboles no dejan ver el
bosque. Tanta variedad dificulta ver lo que en verdad está pasando:
que la condición precaria está imponiéndose ya no solo en lo
laboral sino en lo ideológico, en la visión del mundo, en las
relaciones sociales de todo tipo y carácter. Apenas el 3,4% de los
contratos firmados este año son indefinidos y a jornada completa.
Nada
menos que el
34,5%
de los 19,2 millones de contratos que se firmaron entre enero y
noviembre de este año pasado
fueron contratos
a
tiempo parcial y
además el
porcentaje de contratos con duración de 7 o menos días fue en 2016
el 25% de todos los contratos firmados. Lo asombroso es que encima
nos están vendiendo la precariedad como algo positivo, como
posibilidad de que nuestras vidas sean más autónomas y no dependan
tanto de la “vieja condición” de los contratos indefinidos “para
toda la vida”. Eso nos venden y lo terrible es que buena parte de
la sociedad se lo estamos comprando.
-
Claro, a través de los medios de producción de la falsa conciencia
los amos del tinglado capitalista tratan siempre de imponer esa
visión, pero las condiciones objetivas, la realidad, también dice
lo suyo y pondrá de relieve lo que la precariedad tiene de
incertidumbre, inseguridad, servidumbre y sometimiento.
-
Pues mira, no sé que decirte. Cuando la crisis mostró su cara más
dura y los trabajadores y trabajadoras vieron que sus expectativas
de vida entraban en situación de riesgo, las famosas condiciones
objetivas sí que empezaron a condicionar lo que la gente pensaba o
temía. Curiosamente entonces, y aunque por corto tiempo, se
volvieron a acordar de ti y de tus escritos. Nació entonces la queja
y la indignación entre los más afectados pero tampoco llegó la
sangre al río y más bien se empezó a hablar de un capitalismo
malo, ebrio, excesivo, que se había pasado de rosca y la sangre se
quedó en tinta reformista, con propuestas para reconducirnos hacia
un capitalismo bueno, honrado, menos depredador, sin demasiada
corrupción ni excesivas desigualdades.
-
¿Un capitalismo bueno? Vaya disparate.
-
Algo así, que el capitalismo malo malo no era tanto el productivo
como el capitalismo financiero que ese sí era el malo malote que
realmente nos chupaba la sangre al 99% de la humanidad.
-
¿Un capitalismo productivo y otro financiero? ¿Como si no fueran
las dos caras de una misma moneda?
-
Economistas tiene la Santa Madre Iglesia del Capital que propagaron
la idea por tierra, mar y aire.
-
¿Y los comunistas qué? ¿Qué decían todos esos que se llenan la
boca de marxismos y críticas al marxismo desde dentro y fuera del
marxismo?
-
Pues de todo. La mayoría hablando que si la teoría del valor por
aquí o las entropías por allá. Pero nada o casi nada de acabar con
la propiedad privada de los medios de producción y mucho menos nada
de mentar la planificación o la bicha de la dictadura del
proletariado.
-
¿Pero los trabajadores y las trabajadoras no asaltaron los bancos?
¿Cómo soportan la dictadura del capital? ¿Cómo aceptan la
precariedad? ¿Cómo aceptan esos contratos de mierda de siete o
menos días de duración y a siete euros la hora? Quiero pensar que
“el deseo de revolución” que es lo que transforma a los
trabajadores y trabajadoras en proletariado revolucionario estará a
punto de cuajar.
-
Pues la verdad es que al respecto yo no soy muy optimista. No veo ese
deseo de revolución del que hablas. Imaginaba que a lo mejor tú
tenías una explicación de por qué no pasa la revolución que
debería pasar.
-
Tendré que pensarlo. Debe ser cosa de la subsunción del trabajo por
el capital. Le daré vueltas y otro día te cuento mi opinión ¿Pero
tú qué piensas?
-
Yo tengo la impresión de que nos ganaron la guerra fría y la guerra
caliente y han creado e impuesto la sensación de que todas las vidas
giran alrededor del capital. Muchos trabajadores piensan que es el
capital el que les “da trabajo”, que son los empresarios los que
“crean y dan” trabajo. Muchos asumen eso, consciente o
inconscientemente, como verdad. Entienden que es el capital el que
gestiona el vivir, que de él dependen sus vidas. Se nos ha venido
convenciendo de que un trabajador no es sino un empresario fracasado
y que cuando los empresarios nos dan trabajo hay que estarles
agradecidos. Y se acepta esto como verdad.
-
Pero los comunistas ¿ya no agitan ni propagan la mentira de esas
verdades?
-
Bueno, de eso también hablaremos otro día que ahora tengo prisa: he
visto un anuncio solicitando un trabajo de hostelería en el futuro
hotel de la Plaza de España y no quiero llegar el último. Tonto él
último que se dice.
Publicado
en Mundo Obrero, Febrero 2018
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