sábado, 12 de noviembre de 2016

LEER ¿PARA QUÉ?


LEER, ¿PARA QUÉ?

Podría entenderse que la actividad de leer encuentra su sentido cuando esa actividad hace evidente que el sentido no está en la posible respuesta sino en el propio hecho de que la pregunta aparezca. El sentido de leer sería la aparición de la pregunta, del mismo modo que el sentido de la vida es la pregunta sobre el sentido de la vida porque, en definitiva, valga la tautología, el sentido de toda actividad humana es la pregunta sobre su sentido. La pertinencia de lo humano reside en esa pregunta, en su capacidad para hacerse esa pregunta, en la facultad de preguntarse sobre el sentido de ser un ser con facultades cognocitivas.
Pero el hombre puede leer sin preguntarse por el sentido de leer y puede vivir sin preguntarse por el sentido de la vida. ¿Significa eso que ese hombre no lee o no vive ? No, sólo significa que ese hombre todavía no ha encontrado el sentido de lo que hace. Que todavía no lo ha encontrado pero puede encontrarlo. O no encontrarlo. Lo importante es que aquella facultad para encontrar exista. Lo importante es que esa actividad - leer, vivir - contiene esa facultad y que esa actividad está dirigida y orientada precisamente a que esa pertinencia - preguntarse - se ponga de relieve, se revele, aparezca.
La respuesta a esa pregunta sobre el para qué de leer es importante pero no es lo importante. Una pregunta es el principio de una actividad - responder - que a su vez encuentra su sentido cuando se pregunta sobre su sentido. A partir de ahí aunque matemáticamente pueda continuarse indefinidamente la secuencia de actividad - sentido – pregunta, su sentido se establecerá como un circuito cerrado y circular porque el sentido sobre el sentido de responder a una pregunta nos remite siempre - ¿inútilmente?- a la pregunta.
Antes de que la pregunta aparezca ¿qué hace el hombre que lee? Digamos que está leyendo una novela: ¿qué hace? Reconoce y conoce palabras, entiende frases y párrafos, ve personajes y actos y enjuicia esas palabras, esas frases y párrafos, esos personajes y esos actos. Amplía su conocimiento del mundo y ejercita su capacidad para imaginar el mundo y, por tanto, para pensarlo. Ese hombre que lee es un hombre "curioso", que tantea y delimita su medio y, al tiempo, ejercita su tantear y su delimitar, su conocer y su reconocer. Satisface su curiosidad y en ese hecho encuentra satisfacción. Ese hecho, ademas, conlleva un esfuerzo y de ese modo el hombre que lee aprende a relacionarse con su esfuerzo.
Estamos hablando de un hombre en abstracto. Pasemos ahora a un hombre más concreto, aun niño, por ejemplo. Es decir, a un hombre que empieza a leer. Está leyendo Miguel Strogoff, de Julio Verne. Dejemos de momento su relación con el texto y fijémonos en otros aspectos "externos". Por ejemplo el niño que lee “lee”que alguien de su entorno familiar le pasa la mano por la cabeza y le comenta que muy bien, muy bien que esté leyendo y lo elogia, o bien puede suceder que “lea”, constate, como un otro alguien de ese mismo entorno le dice deja de leer y haz los deberes que estás perdiendo el tiempo. Puede también suceder que o bien el niño comente con sus compañeros cómo Strogoff se libra de la ceguera y observe como gana la atención de sus compañeros o, al contrario, compruebe como recibe escasa o nula atención, sus compañeros dejan de escucharlo y se ponen a hablar de alguna cosa que ayer vieron en la televisión. Es así como ese niño está iniciando su aprendizaje sobre el lugar social de la lectura y, cualquiera que sea la conclusión que saque, esa conclusión entrará a formar parte de su actividad lectora, será un " texto" – pretexto en cuanto “texto previo”- con el que siempre va a encontrarse sea cual sea el texto que esté leyendo. Valor de uso y valor de cambio. El texto como lectura del mundo a través de un mundo representado. La lectura de la lectura como medio para detectar y conocer el código de los valores de cambio. Ambos valores actúan conjuntamente y de esa forma la lectura deviene un formidable instrumento para la lectura del mundo. Ambos valores son inseparables. Leer es también la conciencia de estar leyendo. Preguntarse por el sentido de la lectura. Fin de finalidad y no fin de acabamiento. Un fin que inicia un principio. Una actividad- leer- que lleva a una pregunta y una pregunta que de ese modo se convierte en el elemento constituyente de esa actividad. Una pregunta que no es tautológica- no se contesta con esa misma pregunta - y que por tanto incluye un horizonte, una respuesta. La incluye y la exige.







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