jueves, 28 de julio de 2016

Agosto 1988


PODER

Habían leído muchos libros y creyeron que se sabían la lección. Sabían que el poder corrompe, pero pensaban que era cosa de los otros. Se sentían ajenos, generosos, incorruptibles. No querían ni el poder ni sus migajas. Habían leído Las ilusiones perdidas y Una educación sentimental, pero alguien les contó que el realismo era cosa del pasado. Durante años lucharon contra el sistema, levantaron barricadas, escribieron miles de panfletos, rompieron las lunas de los bancos y dieron disgustos a sus padres. Descubrieron el amor y la solidaridad al mismo tiempo.
Un día uno de ellos fue nombrado redactor jefe. Al día siguiente, dos fueron ascendidos a jefes de servicio en un gabinete de finanzas. Cuando pasó un mes la mayoría ya se había situado en los peldaños intermedios del poder. En sus casas entraba el diseño y mandaban a sus hijos a colegios bilingües, pero seguían sin saber tratar al servicio. Después de tantas reuniones y asambleas sabían cómo y cuándo utilizar las palabras. Unos se hicieron asesores, otros publicaron sus primeras novelas, los más avispados hicieron compatibles ambas aficiones. Pensaron que el éxito sólo podía volver imbéciles a los tontos.
Están en todas parte. En todos los consejos de redacción de las mejores revistas de moda, cultura o deportes, y pasan de unas a otras sin problemas porque ya todo se parece. Son ministros, subsecretarios, presidentes de comunidad, asesores jurídicos y financieros de las grandes empresas del Estado. Son directores de hospitales, miembros de todos los jurados de todos los premios literarios y de los otros. El poder les ha venido y nadie sabe como ha sido. Leen libros dulces y bellos, con un poco de vida interior y un poco de desgarro. No recuerdan a Balzac ni a Flaubert. No recuerdan que ninguno de ellos es banquero, que ninguno de ellos tiene armas ni que ninguno ha llegado obispo auxiliar. Ni siquiera asumen que son el poder de cada día porque en estos tiempos, parece, nadie quiere sentirse responsable. Y, sin embargo, lo somos.

Publicado en el diario El País el 14 de Agosto de 1988

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